Domingo de Ramos: El Rey Manso que entra en Jerusalén
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Introducción
El Domingo de Ramos abre solemnemente la Semana Santa, la semana más sagrada del calendario litúrgico cristiano. Es un día lleno de contrastes: comienza con una procesión de alabanza y alegría, y culmina con la lectura de la Pasión, marcando el inicio de los misterios más profundos de nuestra redención.
Significado católico
El Domingo de Ramos conmemora la entrada triunfal de Jesucristo en Jerusalén, pocos días antes de su Pasión, Muerte y Resurrección. Los fieles católicos lo celebramos con una procesión de palmas, recordando cómo el pueblo judío recibió a Jesús como Rey y Mesías.
Pero este Rey no entra montado en un caballo, ni lleva espada. Entra montado en un asno, símbolo de mansedumbre y humildad, cumpliendo la profecía de Zacarías:
"¡Alégrate sobremanera, hija de Sión! Mira a tu rey que viene a ti, justo y victorioso, humilde, y montado sobre un asno"
(Zacarías 9,9)
Cristo es el Rey esperado, pero no como el mundo lo imaginaba. No viene a conquistar con violencia, sino con amor, obediencia y cruz.
Detalles bíblicos
Los cuatro Evangelios relatan la entrada de Jesús en Jerusalén:
Mateo 21,1-11
Marcos 11,1-10
Lucas 19,28-40
Juan 12,12-19
En todos ellos, se menciona cómo el Señor pide un asno prestado y es recibido por la multitud con palmas y ramas, mientras proclaman:
"¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!"
(Salmo 118,25-26)
El término "Hosanna" no es solo una aclamación de alabanza; es también una súplica: “¡Sálvanos, Señor!”
La misma multitud que aclama hoy, en pocos días gritará “¡Crucifícalo!”. Este contraste debe movernos a una profunda reflexión sobre nuestra fidelidad a Cristo.
Liturgia del Domingo de Ramos
El rito comienza con una procesión con palmas, que pueden ser olivo, palma o laurel, dependiendo del país. Se bendicen al inicio de la Misa y se canta el Evangelio de la Entrada triunfal. Luego, la liturgia cambia de tono y se proclama la Pasión del Señor, según el Evangelio correspondiente al ciclo litúrgico (Mateo, Marcos o Lucas).
Este día, por tanto, une la gloria y la cruz, la alegría de la llegada del Mesías con el dolor de su entrega, anticipando la gran Pascua de su Resurrección.
Reflexión espiritual
El Domingo de Ramos nos invita a recibir a Cristo en nuestro corazón como verdadero Rey, pero también a acompañarlo con fidelidad en su camino hacia el Calvario. No basta aclamar con ramos; es necesario cargar la cruz con Él.
“Sigamos al Señor, no sólo con ramas de palma, sino con la verdadera obediencia. Sigámosle no con alfombras en el camino, sino con un corazón humilde y una vida pura.”
— San Andrés de Creta
Conclusión
El Domingo de Ramos es la puerta por donde entramos con Jesús en el misterio pascual. Es una llamada a vivir con Él su entrega total por amor a nosotros. Las palmas benditas que llevamos a casa son símbolo de victoria, pero también recordatorio de nuestra vocación a seguirlo fielmente, hasta el final.
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