Cómo explicar que los católicos no adoran a María: Argumentos clave

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La Virgen María ocupa un lugar único en la fe católica. No es solo una figura secundaria en la historia de la salvación, sino la mujer elegida por Dios para traer al mundo a su Hijo, el Redentor. A pesar de ello, muchos malinterpretan la devoción mariana y acusan a los católicos de "adorar a María". Sin embargo, un análisis honesto de las Escrituras y de la tradición cristiana muestra que honrar a María no solo es legítimo, sino que es una forma de acercarnos aún más a Cristo.

Aquí presentamos cinco hechos fundamentales que demuestran la importancia de la Virgen en la economía de la salvación.

1. Dios eligió a María para traer al Salvador al mundo

El papel de María no es casualidad. Desde el Génesis, Dios prometió una mujer cuya descendencia aplastaría la cabeza de la serpiente (Génesis 3,15). Cuando llegó la plenitud de los tiempos, el ángel Gabriel anunció a María su misión:

«Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús» (Lucas 1,31).

Si Dios Padre escogió a María para este propósito tan sublime, ¿no deberíamos nosotros reconocer su importancia?

2. Jesús realizó su primer milagro a petición de María

En las bodas de Caná, María intercedió ante Jesús cuando faltó el vino. Aunque su respuesta parece un rechazo inicial («Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros?» Juan 2,4), Jesús finalmente realizó el milagro, lo que demuestra el valor de su intercesión. María, confiada en su Hijo, les dice a los sirvientes:

«Hagan lo que Él les diga» (Juan 2,5).

Este pasaje es una prueba clara de que Jesús escucha a su Madre y que María nos conduce siempre a obedecer a Cristo.

3. En la cruz, Jesús nos dio a María como Madre

Uno de los momentos más profundos de la Pasión es cuando Jesús, antes de morir, le dice a Juan:

«Mujer, ahí tienes a tu hijo» y luego al discípulo: «Ahí tienes a tu madre» (Juan 19,26-27).

La Iglesia siempre ha entendido que Juan representa a todos los discípulos de Cristo, y que en ese momento María se convirtió en Madre espiritual de toda la humanidad. Si Jesús nos la dio como Madre, ¿no es lógico que la honremos y acudamos a su intercesión?

4. María fue canal de las primeras gracias de Jesús

Cuando María visitó a su prima Isabel, la voz de la Virgen fue el medio a través del cual San Juan Bautista recibió la primera gracia en el vientre de su madre:

«Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de alegría en mi vientre» (Lucas 1,44).

Dios quiso que la mediación de María tuviera un papel activo en la distribución de sus gracias desde el inicio de la historia de la salvación.

5. Jesús es el único mediador, pero María intercede por nosotros

Algunos argumentan que la intercesión de María es innecesaria porque «hay un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús» (1 Timoteo 2,5). Sin embargo, esta mediación de Cristo no excluye que otros puedan interceder por nosotros.

San Pablo exhorta a los cristianos a orar unos por otros (1 Timoteo 2,1), lo que demuestra que la intercesión es parte del plan de Dios. María, como la Madre de Cristo, tiene un poder de intercesión único y especial.

Conclusión: Amar a María es amar a Jesús

Honrar a María no es idolatría, sino reconocer su papel en la historia de la salvación y acercarnos más a su Hijo. La Sagrada Escritura nos muestra que María es importante para Dios y, por lo tanto, debe ser importante para nosotros.

Si alguien todavía cree que los católicos "adoramos" a María, le invitamos a reflexionar sobre estos hechos. Para entender su verdadero papel, basta con recordar sus propias palabras:

«Mi alma proclama la grandeza del Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador» (Lucas 1,46-47).

María siempre nos lleva a Cristo. Por eso, con toda razón y amor, podemos decir: ¡Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros!