Las tres tentaciones del matrimonio a la luz del Evangelio de San Lucas

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El Evangelio de San Lucas (4, 1-13) nos relata cómo Jesús fue tentado en el desierto por Satanás. Lo que muchos matrimonios no imaginan es que esas mismas tentaciones siguen acechando hoy a las parejas en el "desierto" del mundo moderno.

El demonio, incansable enemigo del amor, busca debilitar la unión conyugal con trampas sutiles y poderosas. Como Jesús, los esposos están llamados a resistir el amor egoísta y elegir el amor que se entrega.

1. Reducir el amor a eros

"Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan" (Lc 4, 3).

La primera tentación en el matrimonio es transformar el amor en una mera satisfacción de deseos humanos. Cuando el amor se limita a lo romántico y lo pasional, pronto se desgasta, pues no tiene raíces profundas. La atracción y la pasión son buenas, pero insuficientes para sostener una relación que está llamada a ser imagen del amor de Dios.

El matrimonio necesita más que solo eros: requiere del ágape, del amor que se entrega sin esperar recompensa. Como Jesús respondió a Satanás, "No solo de pan vive el hombre" (Lc 4, 4), los esposos también necesitan nutrirse del amor que proviene de Dios, de ese compromiso sellado en el sacramento del matrimonio.

🔹 Cómo vencer esta tentación: Recordar las palabras del día de la boda, el "sí" que prometía fidelidad y entrega "en la felicidad y en las pruebas". Renovar este compromiso en la oración y en los gestos cotidianos de servicio y generosidad.

2. Caer en el egoísmo o el orgullo

"Te daré todo este poder y la gloria de estos reinos... Si tú te postras ante mí, todo será tuyo" (Lc 4, 6-7).

La segunda tentación del matrimonio es el deseo de poder sobre el otro. Se manifiesta en el orgullo que impide pedir perdón, en la lucha de egos que hace que cada uno quiera tener la última palabra. En lugar de caminar juntos, los esposos pueden caer en la trampa de enfrentarse como rivales.

Satanás intenta que los esposos busquen su propia gloria en lugar de la unidad. Quiere que se desgasten en luchas de poder, cuando en realidad deberían estar unidos contra el verdadero enemigo: el pecado, el egoísmo, la división.

🔹 Cómo vencer esta tentación: Orar juntos cada día, pedir perdón con humildad, recibir los sacramentos en pareja. Un matrimonio cimentado en Cristo no es una batalla de egos, sino una alianza de amor que busca la santidad.

3. Escapar de la cruz

"Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo… porque Dios enviará a sus ángeles para que te cuiden" (Lc 4, 9-11).

La tercera tentación es esperar que el matrimonio sea fácil, sin esfuerzo ni sacrificio. A veces, los esposos creen que su pareja cambiará mágicamente o que Dios les evitará las pruebas. Pero el amor verdadero se forja en la entrega y en la perseverancia.

El matrimonio no es un camino sin espinas. Cada dificultad es una oportunidad para crecer en humildad y fidelidad. No podemos poner a prueba a Dios esperando milagros sin hacer nuestra parte. Como Jesús, estamos llamados a confiar, pero también a actuar.

🔹 Cómo vencer esta tentación: Esforzarse en amar incluso cuando es difícil, sostenerse mutuamente en la oración, confiar en la gracia de Dios sin dejar de trabajar en la relación. Como decía San Ignacio de Loyola: "Actúa como si todo dependiera de ti, pero confía como si todo dependiera de Dios".

Un matrimonio fortalecido por la fe

El matrimonio cristiano es un camino de santidad. Es una escuela de amor donde se aprende a dar la vida por el otro, como Cristo la dio por nosotros (Jn 15, 13).

En esta Cuaresma, que cada esposo y esposa renueve su "sí" con valentía, resistiendo las tentaciones y abrazando el amor que se entrega. Que la gracia de Dios fortalezca cada matrimonio para que sea testimonio de su amor en el mundo.

🙏 Señor, enséñanos a amarnos como Tú nos amas. Amén.