Sacerdotes de Europa unen fe y deporte en el 17.º Campeonato Europeo de Fútbol Sala

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En un evento que combina el espíritu deportivo con la fraternidad sacerdotal, casi 200 sacerdotes católicos de 14 países europeos se reunieron en Kisvárda, Hungría, para la 17.ª edición del Campeonato Europeo de Fútbol Sala de Sacerdotes. Este torneo, celebrado del 10 al 14 de febrero, no solo fue una competencia deportiva, sino también un espacio de reflexión espiritual, intercambio pastoral y fortalecimiento de la fe.

Polonia se corona campeón

El equipo de Polonia se alzó con el primer lugar tras una emocionante final contra Eslovaquia, que quedó en segundo puesto. Croacia, por su parte, completó el podio al obtener el tercer lugar, consolidando su tradición de excelencia en este campeonato. Sin embargo, más allá de los goles y los trofeos, el evento destacó por su profundo sentido de comunidad y fraternidad entre los sacerdotes participantes.

Un torneo con historia y propósito

El Campeonato Europeo de Fútbol Sala de Sacerdotes nació en 2003 en Austria como una iniciativa para fomentar la unidad y el compañerismo entre los clérigos de diferentes naciones. Desde entonces, se ha convertido en un evento anual que se celebra en distintos países. Este año, la organización estuvo a cargo de la comunidad greco-católica de Hungría, bajo la dirección del obispo auxiliar László Kiss-Rigó, quien además es un ex portero de la selección nacional húngara.

La inauguración del torneo contó con la presencia del arzobispo Michael Wallace Banach, Nuncio Apostólico en Hungría, quien destacó en su homilía que el evento no solo se trata de deporte, sino de fortalecer los lazos entre los sacerdotes. “Este es un momento para reunirse, comprender los desafíos y alegrías de los demás, y partir no solo con medallas, sino con una fe y amistades fortalecidas”, afirmó.

Más que fútbol: una experiencia integral

Además de los partidos, el programa incluyó misas diarias, sesiones de oración y actividades culturales. Los participantes realizaron una peregrinación al santuario mariano de Máriapócs, hogar del famoso icono de la Virgen que llora, donde el obispo Ábel Szocska dirigió una liturgia especial. También visitaron el primer Museo Católico Griego del mundo y la histórica Catedral de San Nicolás en Nyíregyháza.

El padre Žinić de Croacia resumió el espíritu del torneo: “Primero somos sacerdotes, luego futbolistas. Representamos algo más que un simple juego”. Este enfoque permitió que los participantes vivieran una experiencia integral, donde el deporte se convirtió en una herramienta para la evangelización y el fortalecimiento de la vocación sacerdotal.

Evangelización a través del deporte

El torneo no solo atrajo a cientos de espectadores, sino que también generó un impacto significativo a través de transmisiones en vivo y redes sociales. El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, envió un mensaje a los participantes, destacando el poder del fútbol como herramienta evangelizadora: “El fútbol, como el Evangelio, es universal: une a las personas”.

El padre Daniel Kocsis, sacerdote greco-católico y exfutbolista profesional, compartió esta visión: “Un sacerdote en el campo llama la atención de la gente. Demostramos que somos parte de la comunidad, que vivimos y compartimos sus alegrías”.

Un legado de unidad y fe

Polonia, al coronarse campeona por novena vez, demostró una vez más su dominio en el torneo. Sin embargo, el verdadero triunfo fue la unidad y la fraternidad que se vivieron durante esos días. El obispo Kocsis expresó su esperanza de que el impacto del evento se extienda más allá de la competencia: “Rezo para que las semillas sembradas durante estos días den frutos duraderos, fortaleciendo la fe y la unidad entre todos los que participaron”.

El Campeonato Europeo de Fútbol Sala de Sacerdotes no solo es un evento deportivo, sino un testimonio vivo de cómo la fe y el deporte pueden unirse para construir puentes, fortalecer la vocación y llevar el mensaje del Evangelio a todos los rincones del mundo.