El Papa Francisco incorpora la memoria litúrgica de Santa Teresa de Calcuta
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El Papa Francisco ha decidido incorporar la memoria litúrgica de Santa Teresa de Calcuta en el calendario litúrgico oficial de toda la Iglesia Católica. A partir de ahora, los católicos de todo el mundo podrán celebrar su memoria cada 5 de septiembre, fecha en la que partió a la Casa del Padre en 1997. Este día será una oportunidad para recordar su vida y obra en la Misa y la Liturgia de las Horas.
Este anuncio, realizado por el Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, es una respuesta a las numerosas peticiones de obispos, sacerdotes, comunidades religiosas y fieles laicos que deseaban honrar de manera formal a esta gran santa en la vida litúrgica de la Iglesia. El decreto, firmado por el cardenal Arthur Roche, reconoce el profundo impacto de su misión de misericordia y amor hacia los más necesitados.
Aunque fue canonizada en 2016, muchos continúan llamándola cariñosamente «Madre Teresa», un título que refleja la conexión profunda y cercana que las personas sienten hacia ella. Durante su canonización, el Papa Francisco destacó que su santidad es «tan cercana a nosotros, tan tierna y fecunda, que instintivamente seguimos llamándola ‘Madre'». Esta decisión de incluirla en el calendario litúrgico refuerza su legado, asegurando que las generaciones futuras sigan inspirándose en su testimonio de amor y servicio.
Una vida dedicada a los más pobres
Nacida como Anjeze Gonxhe Bojaxhiu en 1910 en lo que hoy es Macedonia del Norte, la Madre Teresa dejó su hogar siendo muy joven para unirse a las Hermanas de Loreto en Irlanda. Más tarde, se trasladó a la India, donde escuchó lo que ella describió como un «llamado dentro de un llamado»: servir a «los más pobres entre los pobres». Dejó su convento y se dedicó a los moribundos, los abandonados y los indigentes en las calles de Calcuta. En 1950, fundó las Misioneras de la Caridad, una congregación que hoy sirve a los más necesitados en más de 130 países.
El decreto que establece su memoria litúrgica destaca su labor incansable y su capacidad para restaurar la dignidad de quienes el mundo había olvidado. Cita las palabras de Jesús en el Evangelio de Marcos: «Quien quiera ser grande entre ustedes debe ser su servidor», una frase que resume perfectamente la vida de la Madre Teresa.
Un ejemplo de misericordia y amor
La Madre Teresa es considerada una samaritana moderna, alguien que vio el sufrimiento no como un concepto abstracto, sino como una llamada personal a la acción. El decreto subraya cómo ella encarnó la misericordia, convirtiéndose en «la sal» que daba sabor al amor y «la luz» que iluminaba la oscuridad del sufrimiento. Su misión no se limitaba a brindar ayuda material, sino a responder a una necesidad espiritual más profunda: el anhelo de amor, dignidad y pertenencia.
Uno de los momentos más significativos de su vida espiritual fue su profunda conexión con las palabras de Jesús en la cruz: «Tengo sed». Para ella, estas palabras no solo expresaban una sed física, sino el deseo de Cristo de amor, de almas y de presencia. Cada acción que realizó fue una respuesta a ese grito, un esfuerzo por saciar la sed de Cristo sirviendo a los que sufren.
Un legado que perdura
Al incluirla en el Calendario Romano General, la Iglesia no solo honra a una santa, sino que nos invita a todos a reflexionar sobre un llamado radical al amor y al servicio. Los textos litúrgicos que acompañarán su memoria en la Misa y la Liturgia de las Horas nos guiarán en la oración y nos animarán a seguir su ejemplo de humildad y entrega.
Su legado trasciende los límites de la Iglesia. Galardonada con el Premio Nobel de la Paz en 1979, rechazó el banquete tradicional y pidió que los fondos se destinaran a los pobres de la India. Llevó esperanza a los leprosos, a los enfermos de SIDA y a los moribundos, y desafió a los líderes mundiales a cuidar de los más vulnerables.
Aunque partió de este mundo en 1997, su obra continúa viva a través de las Misioneras de la Caridad, que siguen sirviendo en los lugares más olvidados del planeta. Fue beatificada por el papa Juan Pablo II en 2003 y canonizada por el papa Francisco en 2016, durante el Jubileo de la Misericordia, un momento providencial para una mujer que encarnó esa virtud de manera tan extraordinaria.
Ahora, con su memoria inscrita en el calendario de la Iglesia, su mensaje sigue más vivo que nunca: el amor más puro se encuentra en el servicio a los demás. Y ese es un mensaje que el mundo siempre necesitará.
Oremos para que, siguiendo el ejemplo de Santa Teresa de Calcuta, seamos instrumentos de la misericordia de Dios en nuestro mundo.
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