Así quedó el complejo franciscano tras una bomba en Siria

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En medio de una nueva ola de violencia que ha sacudido el norte de Siria, Alepo se enfrenta nuevamente al desafío de la incertidumbre y el temor. El 27 de noviembre, una ofensiva liderada por el grupo islamista Hayat Tahrir al-Sham (HTS) en la provincia de Idlib marcó un cambio en el conflicto que ha afectado al país durante años. A pesar de las pérdidas humanas y los desplazamientos, la comunidad no ha abandonado la esperanza de que la paz, aunque esquiva, pueda florecer nuevamente.

“Nos aferramos a la esperanza”

El padre Bahjat Karakach, párroco de la iglesia de San Francisco de Asís en Alepo, expresó la inquietud que se vive en la ciudad, pero también destacó la fortaleza espiritual de su pueblo. “Oímos los disparos y sentimos el miedo, pero nuestra fe nos sostiene. Aunque las escuelas y las clases de catecismo están suspendidas, seguimos unidos en oración. Nuestra comunidad no se rinde”, compartió.

Aunque Alepo ha sido duramente golpeada por más de una década de guerra, sigue siendo un símbolo de la capacidad humana para resistir y reconstruir. “Pensábamos que esto sería solo una amenaza, pero ahora enfrentamos la realidad con valentía y fe”, añadió el sacerdote.

Un llamado a la solidaridad y la oración

En esta temporada de Adviento, cuando la comunidad cristiana de Alepo debería estar inmersa en los preparativos para la Navidad, el sonido de los bombardeos resuena en sus calles. Sin embargo, el mensaje de esperanza propio de este tiempo litúrgico permanece vivo. Francesco Patton, Custodio de Tierra Santa, pidió a los cristianos de todo el mundo unirse en oración por Siria: “Hacemos un llamado a la paz, confiando en que la luz de Cristo iluminará incluso las sombras más oscuras de esta guerra”.

Aunque una bomba golpeó recientemente el Colegio Franciscano Terra Santa, no hubo víctimas, un hecho que muchos han tomado como un signo de protección divina. Este incidente, aunque alarmante, ha fortalecido la determinación de la comunidad para mantenerse firme en su fe y en sus esfuerzos por ayudar a los más vulnerables.

La fuerza de una comunidad unida

En Idlib, hogar de más de cuatro millones de personas desplazadas, las condiciones son difíciles. Pero las organizaciones humanitarias, junto con la Iglesia, trabajan incansablemente para brindar apoyo y esperanza a las familias afectadas, especialmente mientras se acerca el invierno.

El padre Karakach reflexionó sobre el Adviento como un tiempo de espera activa: “Aunque la atmósfera ha cambiado drásticamente, nos esforzamos por mantener la alegría que viene de Cristo. Oramos por un cambio y por un futuro en el que podamos vivir en paz”.

Alepo, a pesar de estar nuevamente en el centro del conflicto, sigue siendo un faro de esperanza para aquellos que creen en el poder transformador de la fe, la oración y la solidaridad humana. Aunque las pruebas son grandes, la comunidad cristiana continúa siendo testigo del amor de Dios en medio de la tormenta.

Que el mensaje de Adviento —un tiempo de preparación, luz y renovación— inspire a los fieles de todo el mundo a sostener en oración a Alepo y a toda Siria, clamando juntos por la paz que tanto se necesita.





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