Primer Domingo de Adviento - 1 de diciembre 2024

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Vela: Morada

El morado simboliza penitencia y preparación. Este primer domingo marca el comienzo del Adviento, un tiempo de espera activa y esperanza en la venida del Señor.

Iniciamos

Guía: Señor Dios, bendice con tu poder nuestra corona de adviento para que, al encenderla, despierte en nosotros el deseo de esperar la venida de Cristo practicando las buenas obras, y para que así, cuando Él llegue, seamos admitidos al Reino de los Cielos. 

Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Todos: Amén.

La bendición de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre esta Corona y sobre todos los que con ella queremos preparar la venida de Jesús.

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.

Ea pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!

Ruega por nosotros para que seamos dignos de alcanzar las divinas gracias y promesas de nuestro Señor Jesucristo.

Amén.
Creo en Dios Padre, Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Y en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre, Todopoderoso.

Desde allí vendrá a juzgar a vivos y a muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida perdurable.

Amén.


Liturgia de la Palabra

Primera lectura

Lectura del profeta Jeremías 33, 14-16
Ya llegan días —oráculo del Señor— en que cumpliré la promesa que hice a la casa de Israel y a la casa de Judá. En aquellos días y en aquella hora, suscitaré a David un vástago legítimo que hará justicia y derecho en la tierra. En aquellos días se salvará Judá, y en Jerusalén vivirán tranquilos, y la llamarán así: “El Señor es nuestra justicia”.

Salmo

Sal. 24 R. A ti, Señor, levanto mi alma
Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R/.

El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes. R/.

Las sendas del Señor son misericordia y lealtad
para los que guardan su alianza y sus mandatos.
El Señor se confía a los que lo temen,
y les da a conocer su alianza. R/.

Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol San Pablo a los Tesalonicenses 3, 12 — 4, 2
Hermanos: Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos, lo mismo que nosotros os amamos a vosotros; y que afiance así vuestros corazones, de modo que os presentéis ante Dios, nuestro Padre, santos e irreprochables en la venida de nuestro Señor Jesús con todos sus santos. Por lo demás, hermanos os rogamos y os exhortamos en el Señor Jesús: ya habéis aprendido de nosotros cómo comportarse para agradar a Dios; pues comportaos así y seguid adelante. Pues ya conocéis las instrucciones que os dimos, en nombre del Señor Jesús.

Evangelio del día

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 21, 25-28. 34-36 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y el oleaje, desfalleciendo los hombres por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo serán sacudidas. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y gloria. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación. Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad, pues, despiertos en todo tiempo, pidiendo que podáis escapar de todo lo que está por suceder y manteneros en pie ante el Hijo del hombre».

Reflexion

La venida de Cristo es una promesa de esperanza, no de temor. La redención está cerca para quienes esperan con fe. Este Adviento, se nos invita a levantar la mirada hacia la luz que crece en nuestras vidas, simbolizada por cada vela encendida en la corona. Es tiempo de cobrar ánimo y renovar nuestra confianza en que Cristo es el Señor de la historia, quien viene a liberarnos del pecado y la muerte.

Jesús nos llama a vivir con un corazón dispuesto, libre de distracciones mundanas que nos alejan de Su gracia. La vigilancia no es miedo, sino amor atento que nos impulsa a preparar el corazón para recibir a Cristo. En Adviento, este llamado se concreta en la oración, el arrepentimiento y la caridad. Es un tiempo para limpiar nuestra vida, como cuando se prepara un hogar para recibir a un huésped importante.

Guía dice: Vigilar significa estar atentos, salir al encuentro del Señor, que quiere entrar, este año más que el pasado, en nuestra existencia, para darle sentido total y salvarnos.

Encendemos, Señor, esta luz, como aquel que enciende su lámpara para salir, en la noche, al encuentro del amigo que ya viene. En esta primer semana de Adviento queremos levantarnos para esperarte preparados, para recibirte con alegría. Muchas sombras nos envuelven. Muchos halagos nos adormecen.

Queremos estar despiertos y vigilantes, porque tú traes la luz más clara, la paz más profunda y la alegría más verdadera. ¡Ven, Señor Jesús!. ¡Ven, Señor Jesús!

Mientras está la luz encendida, el guía realiza una pregunta a los participantes para que puedan meditarla y compartir con sus propias palabras:

¿De qué manera estamos preparándonos en nuestra vida diaria para el encuentro con Cristo, tanto en este Adviento como en Su venida gloriosa?"

Al concluir todas, procedemos a decir:


Guía: Ven, Señor, haz resplandecer tu rostro sobre nosotros.
Todos: Y seremos salvos. Amén.

PARA ESTUDIAR DURANTE LA SEMANA

Jesús. Cristo es el Hijo de Dios hecho hombre para la salvación del género humano, y esa es la «Buena Nueva»: Dios ha enviado a su Hijo. Hijo de Dios hecho hombre: para la Iglesia católica esto significa que la segunda Persona de la Santísima Trinidad, el Hijo, se hizo hombre en el seno de María.

María. Virgen María es Madre de Dios en cuanto es verdadera madre de Jesús que es Dios. María no engendró al Verbo (segunda persona de la Trinidad) ya que, como Dios, es eterno, pero sí a Jesús que es el Verbo hecho hombre.

Santísima Trinidad. La Santísima Trinidad es el dogma fundamental del cristianismo. Consiste en la creencia de que Dios es uno y trino, es decir, es una unidad conformada por tres personas divinas relacionadas entre sí: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

¿Qué creen los católicos?. Que Dios creó al mundo y a nosotros para  vivir en unión con Él para siempre. Esa unión se perdió por el pecado y se restauró con la muerte y resurrección de Jesús.

POSTERIOR

Se puede ofrecer una breve, humilde pero especial refacción, acompañada con música de la época. Compartimos una hermosa selección para la época en Spotify.


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