¿Cuántas veces me persigno en Misa?
La acción de persignarse, o hacer la señal de la cruz, tiene un profundo significado espiritual en la fe católica, y el Catecismo de la Iglesia Católica nos invita a hacerla con reverencia y conciencia de su significado. Según el Catecismo, la señal de la cruz es una proclamación de nuestra fe en el misterio de la Santísima Trinidad y un recordatorio de la redención que Cristo obtuvo para nosotros en la cruz.
Cuando nos persignamos, trazamos una cruz sobre nosotros y decimos las palabras: "En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén." Este gesto nos recuerda que pertenecemos a Dios y que nuestra vida está bajo su protección. Es una invocación a la Trinidad y una afirmación de nuestra fe. Nos ayuda a recordar que cada acción, pensamiento y palabra debe hacerse "en el nombre de Dios."
El Catecismo menciona que esta señal tiene el poder de santificar el tiempo y el espacio, pues al hacerla invitamos a Dios a estar presente y activo en nuestra vida diaria. Esta es también una oración en sí misma y una declaración de que nuestra vida está en las manos de Dios. Además, la señal de la cruz es una forma de pedirle a Dios su bendición y su ayuda para seguir en su camino.
Es bueno persignarse no solo al comenzar y terminar la oración, sino también en momentos de tentación, de agradecimiento, o cuando deseamos recordar la cercanía de Dios. La señal de la cruz, tan sencilla pero tan profunda, nos acompaña desde el bautismo hasta la vida eterna, y debe hacerse siempre con devoción, entendiendo que cada vez que trazamos la cruz sobre nosotros estamos reafirmando nuestra pertenencia a Cristo.
¿Cuántas cruces hago a la hora de persignarme en la misa?
Al persignarte, normalmente haces una cruz sobre ti mismo una vez. Esto sucede cuando hacemos la Señal de la Cruz, llevando la mano a la frente, al pecho, y luego a cada hombro, diciendo: “En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.”
Sin embargo, hay momentos específicos en la Misa en los que se hacen cruces pequeñas. Por ejemplo, antes de escuchar el Evangelio, el sacerdote o el diácono anuncia: "Lectura del Santo Evangelio según San..." A este momento, los fieles se persignan haciendo tres pequeñas cruces: una sobre la frente, otra sobre los labios y otra sobre el corazón, mientras dicen en silencio: "Por la señal de la santa cruz, ilumina mi mente, bendice mis labios, y guarda mi corazón".
Estas cruces pequeñas simbolizan el deseo de que la Palabra de Dios ilumine nuestra mente, sea proclamada con verdad por nuestros labios y permanezca siempre en nuestro corazón.
Que el Señor te bendiga siempre al persignarte con devoción y que esta señal sea una marca de Su amor y protección en tu vida.
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