¿Que sabemos del santo de las causas perdidas?

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San Judas Tadeo, conocido también simplemente como San Judas, fue uno de los doce apóstoles de Jesús y es venerado como el patrón de las causas difíciles y desesperadas. Su vida refleja el valor, la fe y la devoción total al Evangelio. Aquí tienes una biografía más detallada de este gran santo:

Primeros años y parentesco con Jesús

San Judas Tadeo nació en Galilea, en el seno de una familia judía devota. Era hijo de Cleofás (hermano de San José) y María de Cleofás, quien era prima de la Virgen María. Esto significa que era primo de Jesús, compartiendo un vínculo familiar cercano con Él. Su nombre, "Judas," significa "alabado sea Dios," mientras que "Tadeo" puede traducirse como "el valiente" o "el de corazón generoso," indicando su naturaleza y carácter.

Distinción de Judas Iscariote

Para evitar confusiones con Judas Iscariote, el apóstol que traicionó a Jesús, en los Evangelios se le suele llamar "Judas, hijo de Santiago," o "Tadeo." Esta distinción fue crucial para mantener la reputación de un apóstol fiel y leal frente al que traicionó al Señor. A veces, también se le denomina "Lebeo," lo que puede significar "hombre de corazón."

Apostolado y vida junto a Jesús

San Judas Tadeo fue llamado por Jesús para ser uno de sus doce apóstoles. Acompañó al Señor durante su ministerio público, fue testigo de sus milagros y escuchó sus enseñanzas. En los Evangelios, su nombre aparece en las listas de los Doce, pero no se mencionan muchas acciones específicas de él durante este tiempo. Sin embargo, en el Evangelio de San Juan (14:22), se registra un momento en que Judas (no el Iscariote) pregunta a Jesús por qué se revela solo a los discípulos y no al mundo, lo que muestra su interés y deseo de comprender mejor las enseñanzas del Señor.








La Epístola de San Judas

Escribió una breve pero poderosa carta, que se encuentra en el Nuevo Testamento como la "Epístola de Judas." En esta carta, San Judas Tadeo exhorta a los cristianos a mantenerse firmes en la fe verdadera y les advierte sobre los peligros de los falsos maestros que buscan desviar a los creyentes. La epístola es una llamada a la perseverancia, la pureza y la devoción sincera a la enseñanza de Cristo.