Parejas: ¿deberías guardar pequeños secretos para ti?
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El matrimonio es una unión sagrada, bendecida por Dios, donde dos personas se convierten en una sola carne (cf. Génesis 2, 24). En esta unión, la confianza y la honestidad son pilares fundamentales. Por eso, la idea de guardar secretos dentro de la relación requiere mucha reflexión y discernimiento.
En primer lugar, es importante considerar qué tipo de secreto se está guardando. No se trata de compartir absolutamente cada pensamiento o detalle sin distinción, sino de ser transparente en las cosas que afectan la vida y la relación en común. Por ejemplo, si se trata de guardar una sorpresa para el cumpleaños de tu cónyuge, eso es un tipo de secreto que tiene la intención de alegrar el corazón y fortalecer la relación. Pero, si es algo que podría dañar la confianza, causar dolor o afectar la vida del otro de alguna manera importante, entonces ese tipo de secreto no debería mantenerse oculto.
San Pablo, en su carta a los Efesios, nos recuerda: Por tanto, desechando la mentira, hable cada uno con verdad a su prójimo, porque somos miembros los unos de los otros. (Efesios 4:25). En el matrimonio, esta verdad y transparencia son esenciales, ya que sin ellas se pueden levantar muros invisibles que enfrían la relación y siembran desconfianza.
Es necesario ser sinceros, aunque a veces esa sinceridad requiera valentía. La verdad, aunque pueda ser incómoda en algún momento, tiene el poder de sanar y fortalecer la relación, mientras que la falta de ella puede lastimar y dividir. Santa Teresa de Calcuta decía:
La sinceridad es la verdad del corazón. Esto significa que ser sinceros con nuestro cónyuge es un acto de amor, ya que se trata de ofrecer la verdad de nuestro corazón, incluso cuando no es fácil.
Sin embargo, la sinceridad debe estar siempre acompañada de caridad. Si hay algo difícil que compartir, debe hacerse con sensibilidad y amor, pensando en el bien del otro y de la relación. San Francisco de Sales nos enseña que *"una verdad dicha sin amor es peor que una mentira."* Por eso, si sientes que hay algo que no has compartido por miedo o inseguridad, pídele al Señor la gracia de hablar con sabiduría y ternura.
En conclusión, el matrimonio requiere honestidad, pero también prudencia y amor en la comunicación. Si hay secretos que estás guardando, es bueno reflexionar si esos secretos son por el bien de tu pareja y la relación, o si son para protegerte a ti mismo a costa de la verdad y la unidad. Que el Espíritu Santo te guíe siempre a buscar la verdad en el amor, para que tu relación pueda crecer en confianza, paz y alegría.
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