Cuatro poderosos testimonios de Perdón.

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Este sacrificio de Cristo es único, da plenitud y sobrepasa a todos los sacrificios. Ante todo es un don del mismo Dios Padre: es el Padre quien entrega al Hijo para reconciliarnos consigo. Al mismo tiempo es ofrenda del Hijo de Dios hecho hombre que, libremente y por amor, ofrece su vida, a su Padre por medio del Espíritu Santo, para perdonarnos y reparar nuestra desobediencia.

Como por la desobediencia de un solo hombre, todos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno solo todos serán constituidos justos. Por su obediencia hasta la muerte, Jesús llevó a cabo la sustitución del Siervo doliente que se dio a sí mismo en expiación, cuando llevó el pecado de muchos, a quienes justificará y cuyas culpas soportará. Jesús repara por nuestras faltas y satisface al Padre por nuestros pecados.

El perdón de Santa María Goretti luego que la intentaran violar sexualmente.


E
l 6 de julio la Iglesia celebra la memoria litúrgica de Santa María Goretti, una niña campesina que murió apuñalada por defender su pureza frente a su agresor, a quien perdonó antes de morir en el hospital tras padecer una larga agonía. A pesar de su corta edad de vida, no había cumplido los doce años en el momento de su muerte, María Goretti destacaba por su profundidad espiritual y su gran devoción por Jesús Sacramentado.

Su fe en Dios había forjado en ella un carácter alegre y piadoso, que sería clave fundamental para poder perdonar a Alessandro Serenelli, el joven campesino que le quitó la vida al resistirse cuando intentó abusar de ella. Lo extraordinario de la historia de Santa María Goretti fue el milagro de su perdón: “Lo perdono por el amor a Jesús, y quiero que esté a mi lado en el Paraíso. Que Dios lo perdone, que yo ya lo he perdonado”, fueron sus últimas palabras tal y como testimoniaron su confesor y el propio Alessandro, quien tras pasar largos años en prisión, arrepentido y conmovido por la bondad piadosa de María, se convirtió a una vida cristiana, retirada y serena.

El perdón del Beato Joan Roig a sus verdugos.

El Beato Joan Roig Diggle fue un joven laico que murió mártir con 19 años, nació en Barcelona, España en 1917 y era de familia catalán inglesa. La noche del 11 de septiembre de 1936, Joan Roig hacía poco que había llegado a casa entonces, los milicianos golpearon su puerta.

El joven, se apresuró a coger las Sagradas Formas como viático. Cuando se lo llevaban abrazó a su madre y se despidió de ella en inglés para que no le entendieran: “God is with me”, «Dios está conmigo». Tras varios desplazamientos, lo llevaron a un cementerio, donde aquella noche, víspera del 12 de septiembre de 1936, festividad del Dulce Nombre de María, era asesinado de cinco tiros dirigidos a su corazón y uno de gracia en la nuca. Le permitieron dirigirles la palabra. Las últimas que salieron de sus labios fueron: «Que Dios os perdone como yo os perdono». Uno de los verdugos aseguró que: “Aquel chico rubio era valiente. Murió predicando, diciendo que nos perdonaba, y que pedía a Dios que nos perdonara. Casi nos conmovió».

El perdón de San Juan Pablo II a su atacante. 

El 13 de mayo de 1981 el Papa Juan Pablo II recorría la Plaza de San Pedro en el papamóvil saludando a los peregrinos reunidos para la audiencia general de ese miércoles. Mientras saludaba fue herido gravemente de bala por los disparos del turco Mehmet Alí Agca, fue trasladado al Hospital Gemelli, donde permaneció varios meses.

Cuatro días después, a la hora del Regina Caeli desde la habitación del Hospital Gemelli donde estaba hospitalizado, Karol Wojtyla asegura su perdón al agresor, “al hermano que me ha atacado”. El 27 de diciembre de 1983, Juan Pablo II, cruzó el umbral de la cárcel de Rebibbia para entrar en la celda de Alí Agca, y abrazar al joven que quería asesinarle y darle su perdón. San Juan Pablo II dijo “Nos hemos reunido como hombres y como hermanos – afirmó tras el encuentro – porque todos somos hermanos y todos los acontecimientos de nuestra vida deben confirmar esa hermandad que proviene del hecho de que Dios es nuestro Padre”.

El perdón es un hermoso don que Dios nos ha regalado, y se manifiesta sin dudas a través del Espíritu Santo. Muchas veces acudimos a la confesión, a través del sacramento de la reconciliación, y aunque Dios Padre nos perdona nosotros nos seguimos machacando nuestros errores… Es momento de perdonarse, para viajar más ligero en esta vida.