Para ser felices no hace falta ser grandes, ricos o poderosos
🎧 Escucha este artículo usando la función de audio de Chrome:
- Haz clic derecho en cualquier parte del texto
- Selecciona "Leer en voz alta"
- Si necesitas ayuda click aqui
En su homilía de la Misa que el Papa Francisco presidió este domingo en Ulán Bator, en el ámbito de su viaje apostólico a Mongolia, invitó a detenerse en dos aspectos: la sed que nos habita y el amor que apaga la sed.
Dos mil fieles participaron en la Misa que el Papa Francisco presidió en el Steppe Arena de Ulán Bator, el moderno y primer “Palacio de Hielo” de la capital mongola. La celebración eucarística, correspondiente a este XXII domingo del Tiempo Ordinario se llevó a cabo en inglés mientras la oración de los fieles también se hizo en mongol, coreano, ruso y chino.
Con las palabras del Salmo que se había proclamado: “Oh Dios… mi alma tiene sed de ti, por ti suspira mi carne como tierra sedienta, reseca y sin agua”. El Santo Padre comenzó afirmando en su homilía que “esta estupenda invocación acompaña el viaje de nuestra vida, en medio de los desiertos que estamos llamados a atravesar”.
La buena noticia llega hasta nosotros
“Y es precisamente en esa tierra árida donde llega hasta nosotros la buena noticia. En nuestro camino no estamos solos; nuestras sequedades no tienen el poder de hacer estéril para siempre nuestra vida; el grito de nuestra sed no permanece sin respuesta”
El Papa explicó que “Dios Padre ha enviado a su Hijo para darnos el agua viva del Espíritu Santo que apague la sed de nuestra alma.
Y Jesús – lo hemos escuchado hace un momento en el Evangelio – nos muestra el camino para apagar nuestra sed: es el camino del amor, que Él ha recorrido hasta el final, hasta la cruz, desde la cual nos llama a seguirlo “perdiendo la vida para encontrarla” nuevamente. A continuación Francisco invitó a los fieles a detenerse en estos dos aspectos: la sed que nos habita y el amor que apaga la sed.
La sed que nos habita
“Ante todo, estamos llamados a reconocer la sed que nos habita. El salmista grita a Dios la propia aridez porque su vida se asemeja a un desierto. Sus palabras – dijo el Papa – tienen una resonancia particular en una tierra como Mongolia; un territorio inmenso, rico de historia y de cultura, pero marcado también por la aridez de la estepa y del desierto”.
Acostumbrados a la belleza y a la fatiga de caminar
El Papa también destacó que muchos de ellos están acostumbrados a la belleza y a la fatiga de tener que caminar, una acción que evoca un aspecto esencial de la espiritualidad bíblica, representado por la figura de Abrahán y, más en general, algo distintivo del pueblo de Israel y de cada discípulo del Señor.
Todos somos “nómadas de Dios”
Todos, en efecto – prosiguió en su homilía – somos “nómadas de Dios”, peregrinos en búsqueda de la felicidad, caminantes sedientos de amor. El desierto evocado por el salmista se refiere, entonces, a nuestra vida; somos nosotros esa tierra árida que tiene sed de un agua límpida, un agua que apaga la sed profundamente.
Suscribite para recibir las noticias diarias de Biencatolicos.com
Usted esta leyendo este articulo gracias a la generosidad suya o de otros muchos lectores como usted que hacen posible este maravilloso proyecto de evangelizacion, que se llama Bien Catolicos. Como usted puede imaginar, en nuestro trabajo se esconde un esfuerzo muy grande. Necesitamos su apoyo para seguir ofreciendo este servicio de evangelizacion para cada persona, sin importar el pais en el que viven o el dinero que tienen. Ofrecer su ofrenda, lleva solo un minuto.
🕊️ Ofrendar ahora