Cuando vengan los chismes pongamos en practica la prueba de Socrates

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Los chismes son malos porque hieren la caridad, que es el mandamiento más grande que nos dio nuestro Señor Jesucristo: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Mateo 22:39). Cuando hablamos mal de los demás, manchamos su reputación y sembramos división en lugar de unidad. Recordemos que nuestras palabras tienen un gran poder; pueden construir o destruir.

Santa Teresa de Jesús decía que los chismes son como una pequeña chispa que puede incendiar todo un bosque, refiriéndose al daño que causan en las comunidades y en las relaciones. Además, el Papa Francisco ha advertido que el chisme es "un acto de terrorismo", porque lanza palabras que dañan y no pueden retirarse fácilmente.

El chisme no solo daña a la persona de la que se habla, sino también al que lo escucha, porque alimenta juicios injustos, y al que lo difunde, porque se aleja de la humildad y del amor al prójimo. San Pablo también nos exhorta: "No salga de vuestra boca palabra dañina, sino la que sea buena para edificar según la necesidad, a fin de dar gracia a los que escuchan" (Efesios 4:29).

Si alguna vez caemos en esta tentación, no olvidemos acudir a la confesión y pedir al Señor la gracia de usar nuestras palabras solo para edificar, consolar y amar. ¡El silencio lleno de caridad y la oración son siempre un mejor camino!

Les compartimos esta interesante reflexión en audio: