¿Sabes cuando sientes las caricias de Dios?
Con la venida de Jesucristo, pudimos conocer el amor de Dios en su máxima expresión, como dice Jn 3,16: “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que en El crea no perezca, sino que tenga vida eterna.” Al decir que Dios dio a su Hijo único, se refiere a que lo envió para que fuera el cordero que se sacrificaría por nosotros en la cruz.
Por eso, quien nos ayuda a salir de nuestra vida desordenada, fuera de la voluntad de nuestro Padre, es Jesús. Él nos saca de nuestra vida de esclavos del pecado, y nos da libertad, como dice el Dt 7,8: “El Señor los sacó a ustedes de Egipto, donde ustedes eran esclavos, y con grande poder los libró del dominio del faraón porque los ama y quiso cumplir la promesa que había hecho a los antepasados de ustedes”. Egipto representa nuestra vida esclavizada por el pecado y el faraón simboliza a Satanás que nos inducía al mal, y de eso nos liberó Jesús.
SON LAS CARICIAS DE DIOS:
El cariño inesperado de un hijo.
El dinero olvidado en la ropa.
El olor a comida antes de abrir la puerta de casa.
El sueño que llega cuando lo necesitas.
Una solución que llega de repente.
Alguien que te hace un cumplido, sin saber que estás escuchando.
Alguien que elogia a tu hijo.
Una fiebre que baja.
Un mostrador sin cola.
Un lugar para estacionarse junto a la entrada.
Un vuelo tranquilo.
Pájaros cantando al amanecer.
Cuando nace lo que sembramos.
La brisa del mar.
Cuando pasa el dolor.
Cuando resuena un beso.
Cuando firman el contrato.
Cuando el abrazo aprieta.
Cuando el amor florece en el otoño/invierno de la vida.
Cuando un amigo se cura.
Cuando la foto sale buena.
Cuando la mesa está puesta para la comida familiar del domingo.
Cuando llega el depósito.
Cuando llama alguien especial.
Cuando te sientes feliz con tu trabajo
Cuando tus hijos te abrazan
Cuando tus nietos te abrazan
Cuando ocurren esas cositas, que no tienen explicación...pero te hacen sentir tan bien...
Cuando el libro es bueno.
Cuando la compañía es buena.
Cuando sobra dinero.
Cuando el bebé se ríe.
Cuando dicen tu nombre con cariño.
Cuando la vista desde tu silla da a la ventana.
Cuando llega la primavera.
Cuando el médico dice: "Sólo ha sido un susto".
Cuando se pone el sol.
Cuando el pan está calientito.
Cuando hay música suave.
Cuando un ser querido te pasa la mano por el cabello.
¡Cuando pensabas que era demasiado tarde, pero descubres que aún estás a tiempo!
Busca las pequeñas alegrías. Existen todos los días.
¡Son "las caricias de Dios"!
Y qué bien nos hacen...